jueves, 24 de abril de 2008

Demasiado

Yo.
Demasiado yo.
Intransigente.
Demasiado intransigente.
Orgullosa.
Demasiado orgullosa.
Perfeccionista.
Demasiado perfeccionista.
Exigente conmigo misma.
Demasiado exigente conmigo misma.
Autocrítica.
Demasiado autocrítica.

"Sofía, te frustras demasiado y con mucha facilidad."

La raja.

"Lo cual Sofía, no es malo, sólo depende de la opción por la que optes, ya que de las personas que se frustran así como tú, existen dos tipos: las que se frustran y siguen y se superan, y las que se frustran y abandonan."

Qué chucha, no me quiero suicidar.
Jamás lo haría, y creo que sobre todo porque sería un signo de debilidad y de que me estaría dando por vencida.

¿Acaso no puedo estar sólo un día desmotivada por la vida?
¿Acaso no puedo tener sólo un día para enojarme con el hecho de que a pesar de todos los malditos y putos intentos que he hecho, las cosas no me resulten?

Sí, sí puedo, porque sé perfectamente que no soy de las personas que abandonan, que dejan las cosas sin terminar, que se ven superadas por alguna situación, sé perfectamente que la maldita sobre exigencia no me permitiría cosas así.
Y me encanta.

"Me preocupas Sofía."

Yo también me preocupo, sólo que quizá demasiado.



.

Lo que se puede ver e interpretar en la biblioteca de un colegio

Un par de miradas despectivas, un par de sacudidas de pelo para demostrar indiferencia, un par de palabras que buscan herir, pero por ahí se ven: un par de ojitos, un par de llamadas de atención, un par de señales de lo que debería ser una sonrisa que está siendo claramente contenida para reflejar el enojo y superioridad que desean demostrar.

Cada vez, las que eran señales de una sonrisa, se van acentuando más, esa sonrisa que lo único que quiere es iluminarse lucha por poder relucir.

Poco a poco puede verse cómo su cuerpo va rotando en dirección hacia él, lo que significa un grado más elevado de intimidad, aunque la inmadurez no les permita estar sentados en el mismo metro cuadrado y lo hagan en las esquinas opuestas de una biblioteca, aún así revela más intimidad.

Pero bastan un par de comentarios aún más inmaduros para que los indicios de lo que debería ser una sonrisa desaparezcan y toda la rotación lograda vaya en reversa hasta que ella quede prácticamente dándole la espalda.

Trata de enfocar su atención en otras cosas, trata de conversar con otra gente, pero de a poco se ve cómo va desapareciendo ese cierto enojo producido en ella, y la sonrisa vuelve a la batalla en contra de la voluntad de ella para salir. Su cuello se da vuelta continuamente para que sus ojos puedan observar la imagen de él, esa imagen que le encanta, que la hace rabiar, pero que jamás la hace abandonar la adoración.

Contra su cuerpo ya no puede seguir luchando y mediante movimientos lo más disimulados posibles, termina con la vista de sus ojos y de todo su cuerpo hacia él.

Esta vez la inmadurez se atenúa ligeramente, y ni uno de los dos dice esos ridículos y fastidiosos comentarios que antes eran dichos presas del pánico. No, esta vez sólo se hablan con los ojos, se dicen más cosas con la mirada, cosas que posiblemente no se atreverían a decir usando las palabras.

Esta vez sólo se miran, y esa sonrisa llega a su punto máximo, esa sonrisa de ella que es lo que más le gusta a él, esa sonrisa que hace que nada de esto parezca ridículo, esa sonrisa que hace que todo valga la pena, esa sonrisa que lo hipnotiza hasta tal punto que se vuelve uno con su mente, con sus pensamientos, con sus fantasías, que lo hace trasladarse a cualquier lugar, tanto así que deja de ser el jinete de su cuerpo, y así hasta que se da cuenta de que ese cuerpo suyo se había puesto de pie y había caminado hasta el centro del cuarto, estuvo a punto de ser vencido por el pánico y salir corriendo, hasta que se dio cuenta de que esa sonrisa motivadora, fuente de todos sus pensamientos y razón de todo esto, se encontraba frente a él, cerca de él, tan cerca como jamás lo había estado.

Jamás había besado una sonrisa tan hermosa.


.

domingo, 20 de abril de 2008

Simplemente, no

Imposible.

¿Qué mierda se supone que haga yo si ocurre?
Y prefiero vivir con el corazón en la mano esperando, aplazándolo, a que ocurra rápidamente.

Conchatumadre.


.

lunes, 14 de abril de 2008

Al dormir, al amanecer, al mediodía, a la tarde, a la noche, y así sucesivamente

"Yo sé que soy poco superficial
y que me manejo en la promiscuidad.

Sé que quieres, yo también (Si te voy a hablar con la verdad)
te pongo a sudar y lo finges bien,
si quieres prudencia a nadie le diré (Para no perder el tiempo más)
y con elegancia yo te lo daré.

Sé que me quieres tener,
y yo te prometo,
prometo no hablarte de amor.

Me quieres tener.
Tu cuerpo descomunal,
sin indumentaria
lo quiero, con todo respeto, palpar.

Ah, tu nombre olvidé yo preguntar.
Dónde vives y cómo te gusta más.

Tengo que advertirte, tienes que saber (Quiero dejar algo en claro ya)
que igual yo no estaré al amanecer,
crees que sólo te quiero para una vez (Deseo hacerlo todo y nada más)
pero sabes que dos estaría bien..."
(Procedimientos para llegar a un común acuerdo - Panda)

Lo impresionante es cómo a la mayoría de la gente sigue impresionándole si, aunque sea de mente, esos mismos ya han pecado de lo mismo.
Pecado.
Creo que ya ni siquiera se le puede llamar así.
Es algo demasiado normal, así de directo, de frío, pero es verdad, no muchos quieren más que eso, no muchos esperan más que eso, casi nadie le da más importancia que esa.
Y sí, es completamente aceptable, y aunque se supone que por más actividades previas que tengas, al momento de haber amor involucrado siempre va a ser distinto, incomparable, me pregunto si después de tanto abuso, de tan poca importancia, en algún tiempo seguirá siendo por lo menos así, o si la importancia simplemente se perderá para siempre.
Me pregunto si todavía hay gente a la que sí le importa ahora y no espera el después.


.

domingo, 6 de abril de 2008

Taller Guión y Cortometraje 1

Elabore un texto narrativo (como una novela) que contenga los siguientes acontecimientos:
- Una mujer es encontrada descuartizada en el río Mapocho.
- El esposo dice no saber nada acerca del accidente-asesinato pero dice que estaban teniendo problemas matrimoniales.
- En el funeral un hombre que nadie conoce llora desconsoladamente.
- El conserje del edificio dice que veía entrar a la difunta todos los días a las 4 pm con otra mujer.



Odio a los policías.
Los odio, los detesto, me producen rabia, me producen impotencia, me producen asco, me producen unas ganas inmensas de cometer un homicidio en su contra.
Pero no puedo, con uno me basta.
Los odio, los odio con toda mi alma y corazón, los odio por creerse el cuento, por creerse lo mejor, por creerse lo más importante, por querer ser el centro de atención, por destruir los momentos de tristeza de la gente inmiscuyéndose en sus asuntos y mandando todo a la cresta sólo para obtener sus resultados y todo de la manera más fría posible.

Los odio por tener tan poco tacto como para llamar por teléfono a un inocente hombre y decirle que su mujer ha sido encontrada descuartizada en el río Mapocho, los odio porque no le dieron ni un puto segundo al hombre y comenzaron con su interrogatorio que dejaba completamente claro el intento de inculparlo a él, y ni siquiera un poquito de respeto tienen por su pérdida que lo presionan hasta tal punto que el pobre termina diciendo cosas sin pensar, cosas que después podrían perjudicarlo mucho, cosas como que estaba teniendo problemas con su matrimonio, cosas como que durante los últimos meses estaba teniendo frecuentes peleas con su, en el momento, viva esposa, cosas como que a la supuesta hora del asesinato él estaba durmiendo solo en su casa ya que acababa de tener una de las ya mencionadas peleas con su esposa y esta se había ido sin decir adónde.

Los odio porque ni siquiera en el funeral de la mujer fueron capaces de mantenerse al margen de la situación, no claro que no, tenían que seguir cagándola, tenían que hacer que toda la puta atención de las personas que asistieron al funeral en vez de enfocarse en el motivo por el cual estaban ahí, que era recordar y despedir a una mujer que había muerto, lo hiciera en un hombre que lloraba como si le estuviesen cortando la piel con un cuchillo caliente, y todo ese escándalo porque el pobre hombre lloraba desconsoladamente y ustedes ni nadie sabía quién era, y aún más escándalo porque aunque no tuvieron compasión en abordar al llorón y empezar a atacarlo con preguntas, no quisieron creerle cuando les dijo que era un simple amigo de infancia y tuvieron que llevárselo a la fuerza frente a toda la masa de gente vestida de negro para después comprobar que lo que les había dicho el pobre hombrecito era verdad.

Los odio por haber investigado hasta el cansancio y haber hostigado al conserje del edifico donde vivía la descuartizada hasta que éste rompió su maldito pacto de quedarse callado y les contó que la difunta entraba todos los días al edificio a las 4 de la tarde con una mujer y que no sabía nada más.
Los odio por investigar, investigar e investigar hasta encontrar a esta mujer, los odio por encontrarme, por seguirme, los odio por descubrir quién era, los odio por descubrir un romance que jamás debería haber sido descubierto, los odio por haberse percatado del deterioro que estaba teniendo nuestra relación, los odio por haberse enterado de que ella pretendía poner fin a esta relación, cosa a la que yo me oponía completamente, los odio por haber descubierto que el maldito día del asesinato yo no estaba de viaje, los odio por haber descubierto parte de su cabello en mi casa, la misma parte que le faltaba al cadáver.
Los odio por hacerme a confesar.

Atte., la maldita asesina que buscaban. Acá está mi confesión.