lunes, 8 de octubre de 2012

¿Préstame fuego?

Estamos en llamas.
Ardiendo 
de tanto sentir.

Y si no hacemos caso al fuego que nos abraza
puede que termine por morir.

Si no prestamos fuego a quien lo necesita
puede que aquel se apague.

Y, dime
¿dónde más tu fuego crece al usarlo
al desgastarlo
al compartirlo?

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domingo, 7 de octubre de 2012

Una historia de amor

Queremos seguridad.
Y el tiempo que transcurre entre haber hecho algo al respecto luego de haber descubierto lo que queremos y el saber si esto podrá ser o no, son segundos, días, momentos que nos aprietan el corazón. Porque da miedo, porque a nadie le gusta sentirse vulnerable, y eso es precisamente lo que la espera logra con nosotros, lo que lucha contra el impulso de arriesgarse y que puede llegar a triunfar logrando que hayan cosas que no se realicen, que no realicemos.
Y da mucho miedo amar, porque es un riesgo enamorarse. 
Porque no hay promesas que puedan ser infalibles, porque de lo único que podemos valernos es de la confianza que depositemos en otra persona puesto que nos nace hacerlo gracias al intercambio que se da; en el tiempo y en profundidad.

Y eso ocurre con una persona.

¿Y si pudiésemos amar a más personas? A muchas personas. ¿Y si pudiésemos amar a un millón de personas al enamorarnos de una misión?
De inmediato estamos multiplicando el riesgo por un millón, el miedo por un millón. Y el amor por un millón.

¿Y si pudiésemos amar a infinitas personas?

Es un tremendo riesgo, sin embargo, ¿cómo perder con infinito amor de por medio?
Y es de ese amor que quizás te tenga en la espera durante toda la vida.
Pero hay confianza, hay firmeza, hay compromiso, hay pasión.

Y la vulnerabilidad nunca se había sentido tan bien.


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martes, 2 de octubre de 2012

¿Y si a nadie nunca le hubiese importado?



Nadie sale de su casa y no le importa.
Nadie mueve sus pies, balancea sus manos, camina, divaga… pero no pasea, porque eso requiere de una cuota de goce. Y nadie no goza.
Porque pasa algo: nadie no entiende. ¿Cómo es que no entiende, si cree, en ocasiones, que es el racional por excelencia que anda por los caminos que se interponen a él? Porque a nadie se le pueden explicar muchas cosas, usando la lógica más perfecta que debiese llegar al entendimiento inmediato, pero si no vive, nadie no entiende. Y nadie no vive.
Nadie camina; sus pies pasan por distintos caminos, sus ojos están abiertos frente a los cuadros que se cruzan frente a él, su boca recibe los sabores que le ofrecen los platos que alguien le dijo son los que más le gustan, sus manos se agarran no para no caer, sino que porque saben, muy en el fondo, que deben aferrarse a algo, y a sus oídos llegan los sonidos de los escenarios de los que no es protagonista.
Quizás nadie cree que vive, ¿sabe? que vive, pero nadie no siente. Porque no le importa.
Hasta que nadie se cae, hasta que nadie queda tirado en el suelo sin poder levantarse, porque sus pies no saben encontrar la estabilidad en un camino desconocido, porque sus ojos se encandilan frente a las imágenes que quizás siempre estuvieron allí, sus labios no saben articular palabras que lleguen al oído de otro nadie que esté pasando por ahí, sus manos no se complementan con las cosas que tiene a su alcance para tomar el impulso que le ayude a pararse, y los oídos de nadie no escuchan a nadie.

Hasta que llega alguien que levanta a nadie.
Y a nadie le importa.



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lunes, 9 de julio de 2012

Tan helao que estái, Juan

- JUAAAAAAN
- ¡¿Qué pasa?!
- Pucha que está helao, Juan.
- Hace rato ya po.
- Tengo frío.
- Acostúmbrate.
- Helao y pesao; me saqué la lotería contigo.
- No eres la primera que me lo dice.
- Pero supongo que ahora soy la única.
- Claro, digamos que sí.
- ¿Cómo es eso?
- Buenas noches, Elda.
- Buenas noches... ¿Juan?
- ¿Qué pasa?
- Te quiero, Juan.
- ¿Y la Candelita?
- Se quedó dormida hace rato ya.
- Ah... Buenas noches.
- A ver, ven. Abrázame.
- Ay, tan helao que estái, Juan.
- Ya me acostumbré.

Y dicen que, a veces -y una sola vez-, la noche acaba robándoles todo el calor.


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lunes, 28 de mayo de 2012

Y no es que el frío sea la nueva moda

Bajo la escalera, recojo una revista, la hojeo, me aburro, la dejo en la mesa.
Voy a la cocina, saco un pan, no me gusta, lo boto.
Agarro el diario, leo las cartas al director, que es una de las pocas cosas que me interesan, leo un par, no hay nadie hablando acerca de los clásicos temas tabúes, qué fome. Intento con "Artes y Letras", siempre hay algo interesante que le ayude a uno a forjar una cultura ridículamente ilusoria. Nada que acapare mi atención por muchos minutos. La parte de espectáculos puede tener algo que alimente ese morbo/placer culpable/ que todos llevamos dentro.
"Karol Dance: la transición de pokemón a peloláis". A la basura.
Vuelvo a la cocina, me sirvo un vaso ridículamente grande de agua con gas -me encanta el agua con gas- y me como una aceituna.
Mi mamá está sacando la basura.
Subo a mi pieza, prendo el computador, me meto a Facebook y comienzo a actualizarme en cuanto a la vida personal de mis amigos, de mis no tan amigos, del niño que me gusta y de la canina que se lo jotea.
Mientras tanto, afuera pasa el -quizás no tan silencioso pero sí ignorado- camión de la basura, a cargo de gente que se dedica a recoger nuestra mierda.
Cuando tengo que estudiar, Facebook es lo más entretenido de este planeta, pero cuando no... se vuelve increíblemente aburrido en muy poco rato.
Intento con Twitter, ahí sí que se pueden encontrar cosas choras y, en ocasiones, con cuotas altísimas de ingenio.
"Vale Roth", "Harry Potter", "Piñera ctm", "Mundos Opuestos", "Fútbol", "Fútbol", "Fútbol". Bueno, algo es algo.
Mi pieza es tan grande que es muy difícil calentarla, incluso prendiendo la estufa que hace harto tiempo ya que puse, porque soy un poco friolenta. Prendo el scaldasonno porque me comen las ganas de pensar en meterme en mi cama calentita que va a estar esperándome.
Tengo tanto sueño que voy a dejar mi mochila lista para mañana, igual que como hacía en básica, para poder acostarme rápido, dormir suficiente y mañana salir tranquila.
Hay mucho viento hoy día, afuera vuelan hojas, muchas hojas. Vuelan hojas de árboles, de plantas, de cuadernos y de diarios que lograron escapar de un camión que intentaba llevárselos quién sabe a dónde.
Obvio, OBVIO que se me olvidan mil quinientas cosas por hacer justo cuando empiezo a prepararme para dormir, cuando mi cama ya alcanzó la temperatura ideal y cuando me empieza a bajar todo el sueño.
Me pongo a contestar mails, escribir un par de tonteras, anotar cosas que no se me pueden olvidar y dejo cosas de hoy para hacer mañana; mañana hay más tiempo.
Qué gran poder que tiene el viento.
Finalmente, a la cama. Nada mejor que la sensación de por fin poder cerrar los ojos para dormir tranquilamente, aunque exista la conciencia de que más rato va a sonar el despertador para ir a la ducha, no importa, por ahora puedo dormir.
Desde hace mucho tiempo que tengo problemas para dormir, aunque esté muy cansada me demoro un buen rato en lograr conciliar el sueño. En fin, luego de un rato, lo logro. Supongo, porque uno nunca se acuerda del momento en el que los ojos están y permanecen cerrados por defecto y no por deseo.
Quizás a cuánta gente le cueste igual que a mí quedarse dormida, sobre todo con este viento.
Afuera llueve.
Odio, por sobre muchísimas cosas, despertarme temprano. Pero no hay nada que hacerle, a la ducha. No sin antes dejar prendida la estufa de mi pieza y poner el calefactor en el baño para cuando salga mojada, terrible esa sensación.
Me visto muy muy rápido porque ya debería estar en el metro.
Cambiaron la hora, ya no está tan oscuro tan temprano en la mañana.
Yo tengo una ventana en el techo de mi pieza, arriba de mi cama. Siempre me llega la luz de afuera.
Afuera hace muchísimo frío, pero nada que el café que me espera en el termo que está en mi mochila sumado a un cigarro no puedan arreglar.
Voy atrasada, por supuesto.
Nunca hago ejercicio, por lo mismo, correr para alcanzar el metro y la micro me dejan muerta.
Voy corriendo, porque lógicamente la micro está en el paradero y yo no estoy ahí, y veo a mis pies la misma noticia ridícula de ayer, o eso creo. Solo alcanzo a leer "Karol Dance: la..." el resto está tapado por la mano que intenta cobijarse con una hoja de diario.


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lunes, 14 de mayo de 2012

Y uno es lo que come, ¿o no?

No sé si es una mirada
o un millar de miradas
que deambula de manera inapropiada por tu cuerpo.
Ese que está ahí
y el que está injusta y cariñosamente en mi imaginación.
Y cada pestañeo sirve para intensificar las constantes
e inestables
imágenes e imaginaciones.

Llega a ser muy hiriente
la silueta de tu atención que juega con la mía
a que le interesa
y a las escondidas.

Habito en un ambiente de seguridad fundado en algo que no tiene nada de verdad.

Un paseo de asimetrías tan perfectamente complementarias
que no tienen tiempo suficiente para existir.
Me abanica el atrevimiento de las promesas de tus ojos
que peligran perderse a mitad de camino.

Y te respondo
una mirada indómita que te acosa.

Como si quisiera comérselo.
Como si quisiera comerte el corazón.


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lunes, 30 de abril de 2012

Y es que a nadie le gusta una puerta que no deja de chirriar

Hay muchos demasiados tardes en los tiempos presentes que tienen más ideas para el pasado
que para el ahora.
O el después.

Ideas brillantes, sutiles, detalladas,
perfectas.
"¿Cómo no se me ocurrió antes?"

Ahora no sirven de mucho.
Sirven para nada.

Y nada está muy agradecida, es un peldaño más que se construye para alcanzar su meta.
Su perfección.

A ella le sirve tener un pasado perfecto que en realidad es imaginario
Viviendo un presente pendiente de lo que no está pasando
Y proyectando vivencias hacia atrás.

Pero, ¿a mí?




miércoles, 25 de abril de 2012

No te confundas

La idea
la mía
Es que pienses lo que yo quiero que pienses cuando te digo que te pienso.
Lo que yo necesito.

Una armonía perfecta, pero que debe nacer natural y personalmente
para satisfacer la naturaleza y personalidad de solo uno de nosotros.

Es mi orgullo que, azucaradamente, busca intimar con lo que en realidad no me dices.
Que no ha terminado de quererte.



domingo, 22 de abril de 2012

O quizás es que yo todavía no lo encuentro

Alguna vez escuché que el paso del tiempo es la mejor manera de superar las penas.
En realidad, lo escuché más de una vez.
De hecho, me lo he dicho a mí misma.
E incluso he llegado a comprobarlo empíricamente.

Claro, el tiempo provoca un olvido aletargado.

Sin embargo, no hay dolor más intenso que el de la lucha de las lágrimas que llevan tiempo esperando salir y que el cuerpo, gracias al paso del tiempo, no quiere liberar.

El remedio del tiempo se dedica a gestar sentimientos sin avisarnos, hasta que el cuerpo mismo se da cuenta de su existencia y no encuentra la manera de alivianarse.

Y para esas represas
no hay remedio.



Y me gusta la felicidad

Espérame cinco minutos
que mi corazón nunca se había sentido así
y necesita acostumbrarse.

Espérame porque la plenitud me deja petrificada
y debo recuperarme.

Necesito pensar nada más
y acordarme de no pensar tanto.

Espérame
dame tiempo para disfrutar de tu recuerdo en mi imaginación
antes de que llegues realmente a agitarlo todo.

Me encanta pensar en ti.

Hazme un regalo.
Dame tiempo para procesar, para entender.

Espérame cinco minutos
en los que te pueda tener todo para mí sin tenerte realmente.
Cinco minutos ahora para poder tenerte en carne y hueso el resto de los minutos que vengan.

Necesito ese poco de tiempo para regocijarme en esto
que me está matando de novedad
y que me está deshaciendo de placer.

Espérame cinco minutos
que no estoy acostumbrada a esta felicidad.


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miércoles, 1 de febrero de 2012

Cómo hago yo para creerte

Ya no necesito que me creas
Porque, sinceramente, no sé si a estas alturas queda algo de lo que pensaba.
¿Todo lo que te dije?
Ya no sé dónde está.

Lo más probable es que no se haya ido,
de hecho,
estoy convencida de que simplemente está escondido.
Sin embargo, quizás lo mejor sería que se perdiera
que se escondiera tan bien
que desapareciera.

Hay un impulso involuntario
que lo busca y lo busca
y que intenta aferrarse.
Porque,
muy sabio este impulso,
sabe que todo lo dicho fue de verdad.

Otro acto inconsciente que quiere seguir creyendo lo mejor
pero
¿Cómo?
Una barrera, que no quiere dejar entrar las malas imágenes tuyas
por más claras que sean.

El dolor
es horroroso.
Es avasallador, punzante, constante y desgarrador.
Es desconocido.
El dolor de darse cuenta de que
nunca fue.
O que yo fui
pero en realidad tú no.


¿Que cómo quiero que me creas?
Y tú, ¿cómo quieres que yo te crea?

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lunes, 30 de enero de 2012

Si está todo tan claro
y si no hay nada que hacer
no entiendo por qué esto no desaparece.

Tiempo.
Pero no tiempo de aquí en adelante,
no.
Necesito el tiempo de los mañanas ahora.
Que pase rápido, lo más rápido posible.


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sábado, 14 de enero de 2012

Y también para encantar un poquito

Resulta curioso,
y en muchas ocasiones desfavorable,
que, aunque tengamos todo el lenguaje a nuestra disposición,
a veces
(o que sean tantas las veces)
que nos cuesta tanto llevar algo a las palabras.

La dificultad de ponerle nombre a un sentimiento
o de llamar de tal manera un afecto,
sin embargo,
puede resultar más lindo aun.
Más puro
y más de verdad.

Pero si no hay convencimiento de por medio
no sé adónde va a parar eso tan lindo
y tan de verdad.
Se me pierde.

Y no sé si quedarme persiguiendo eso que se arranca
o intentar conformarme con un montón de cosas que no puedo definir
que no sé qué significan
y que parece que están aquí para confundir.


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