miércoles, 1 de febrero de 2012

Cómo hago yo para creerte

Ya no necesito que me creas
Porque, sinceramente, no sé si a estas alturas queda algo de lo que pensaba.
¿Todo lo que te dije?
Ya no sé dónde está.

Lo más probable es que no se haya ido,
de hecho,
estoy convencida de que simplemente está escondido.
Sin embargo, quizás lo mejor sería que se perdiera
que se escondiera tan bien
que desapareciera.

Hay un impulso involuntario
que lo busca y lo busca
y que intenta aferrarse.
Porque,
muy sabio este impulso,
sabe que todo lo dicho fue de verdad.

Otro acto inconsciente que quiere seguir creyendo lo mejor
pero
¿Cómo?
Una barrera, que no quiere dejar entrar las malas imágenes tuyas
por más claras que sean.

El dolor
es horroroso.
Es avasallador, punzante, constante y desgarrador.
Es desconocido.
El dolor de darse cuenta de que
nunca fue.
O que yo fui
pero en realidad tú no.


¿Que cómo quiero que me creas?
Y tú, ¿cómo quieres que yo te crea?

.