miércoles, 30 de junio de 2010

Alguien présteme un destacador, por favor

Es como esos cartelitos que existen
esos que se cuelgan en las manillas de las puertas
como... "estamos ocupados, no entrar"
o "estoy estudiando, no molestar"
o "usted está en una biblioteca, silencio"
y así
y así.

Yo tendría uno
así
así
que dijera "tranquilidad, haga ruido"
o "su perturbación será bien recibida"
o "ya pues, estoy esperando"
o "molestar me, por favor"
¿O sería mucho?

Yo puedo tener los carteles que quiera
aunque
creo que ya los tengo
no sé si no se ven
si no están claros
o si no quieres leer.


.

inMente

Es especial.mente bonito
y bonita.mente especial.

De mente a mente conectadas
de alguna manera que nadie conoce
surgen infinitos sinsentidos
hasta más allá de la muerte.

Incomprensibles para el resto de los mortales
y lógica.mente entendibles para estas dos mentes.

In.coherencias que no se aburren nunca
que se juntan con otras in.coherencias
para formar más in.coherencias
y así formar una interminable cadena de
nosotros.



.

lunes, 28 de junio de 2010

Igual que tú

Cuesta creerle(me) a veces
Me impresiona siempre

Soy una fábrica
De las que trabaja más arduamente diría yo
No cierra nunca jamás
Ni siquiera puedo recordar el momento en que abrió
Una fábrica de todo.

Es capaz de todo
En serio, de todo
Aunque inconscientemente la mayoría de las veces diría yo.

Puedo convertir cualquier hecho, hasta el más nimio, en una poderosísima señal
Una palabra en una indirecta declaración de impacto directo
Un gesto en un llamado inconfundible
Alguien en una persona
en todo

Al final del día
y en el comienzo, el transcurso, y en su totalidad
termino viendo señales en todo, declaraciones y llamados dirigidos en cada manifiesto
Y a ti...
a ti puedo convertirte en persona
en un instante
basta que reciba una señal, una indirecta o algún llamado.

Y ni siquiera es tan necesario,
mi fábrica es especial
Mi fábrica puede crear señales, declaraciones y llamados de la nada
De la nada misma, yo puedo hacer que exista de todo.

No existen otras fábricas como la mía
No es mecanizada
no es premeditada
no es manipulada

Pero es


.

Ella, la descarada

Es un descaro ya tan notorio
tan, pero tan intenso
que me asusta, aunque lo espere
me avergüenza, aunque lo anhele
y me presiona.

Es que tú le das la mano, y ella se agarra del codo
del codo, del hombro, del brazo entero
Del hombro, el cuello, la cabeza
los dos brazos, el tronco, las piernas
los pies, los dedos

Todos
Ella, la imaginación
la mía
se agarra de todo
se lo come
lo envuelve
se ilusiona solita.

Se rebalsa, aunque no tenga límites.


.

jueves, 10 de junio de 2010

Exceptuando las excepciones, o algo así... ¿quién sabe?

Está bien.
Debo admitir que a veces, y sólo a veces (vaya a saber uno a cuántas veces me refiero, como si decir "a veces" indicara alguna cantidad determinada...) soy un poco (quién sabe qué es poco en mi cabeza) perna.
Amo las reglas.
Está bien.
También creo que romperlas (algunas, no todas, no abuse, frescolín) a veces (uff) es necesario, es humano y es mágico.
Cosas muy bonitas generalmente se logran sólo rompiendo reglas (no me haga ejemplicar por favor, le doy un par de minutos si quiere para que piense en sus propios ejemplos y se dé cuenta de esto).
Está bien.
Pero sí creo que la mayoría de las veces (mayoría, sí, más de la mitad, quizás bastante más, ¿quién sabe?) hay que seguirlas y hacerles caso a esas, las mandonas pesaditas (en realidad, ¿qué se creen?).
O puede ser (es una posibilidad ah, no lo estoy afirmando, aunque quizás es la manera de afirmarlo sin hacerlo, nunca se sabe) que en realidad me dé miedo, mucho miedo hacerlo, eso, romperlas.
Está bien.
También soy un poco mamona.
Pero bueno, siempre he pensado... para algo estarán, ¿no?
No se confunda tampoco, soy un ser pensante bastante activo (dentro de todo lo activo que se puede llegar a ser sin salirse de la cabeza) que tiene bastantes (sí, hartas) opiniones propias que no siempre (pero sí a veces <...>) están de acuerdo con ciertas cosas establecidas.
Y creo que también (también, porque a la vez puedo hacer otras cosas, ¿quiere un ejemplo? puedo bailar también, dormir, escribir, leer y lavarme los dientes) puedo imponerme (oh) sí, y llevar la contra bastante dignamente.
¿Dónde iba?
Ah sí, no sé si se lo había dicho, pero a mí me gustan las reglas.
Nunca (afirmo basándome en lo que mi memoria ha retenido, pero vaya a saber usted si no hay un par de cositas que se tiene guardadas y que no me quiere mostrar más... atrevida la memoria, no sé qué se cree) he sido de las personas que se porte mal por el simple hecho de portarse mal.
De esas que encuentran placer en llevar la contra.
No... no.
No creo (quizás estoy equivocada, imagínese usted) que ese sea el objetivo correcto de nuestras intenciones.
Y es por eso que nunca (vamos memoria, tú puedes) he roto reglas sin una justificación que sea justificadamente justificada... en todo lo que la justificación justificadamente justificada significa, ¿me entiende?
Sí, las reglas son buenas.
Son buenas, bonitas y redondas (así me las imagino, ¿algún problema? usted si quiere puede imaginarlas como se le antoje, si quiere también le doy otro ratito para que las imagine a su pinta).
La cosa es que (a esta cosa me refiero, no se confunda, porque existen muchas cosas en este mundo... quizás demasiadas; existen reglas, cubrecamas, zapatos y el pasto... ¡imagínese usted!) tampoco he simpatizado mucho con este tipo de personas.
Ese tipo que no piensa como yo (en el caso de que yo lograra descrifrar los pensamientos de las demás personas. Aunque a veces creo que puedo, a veces creo que estoy un poco loca también), ese tipo de personas que rompe las reglas porque de esta manera se siente mejor, quizás mejor que el resto (quizás debamos adquirir una máquina descifradora de mentes ajenas... y una de mentes propias de pasadita, no estaría nada de mal) y que no lo hace porque sienta que deba hacerlo, porque piense de una manera distinta (¿se entiende? distinta = no la misma), sino que lo hace por la simple (vaya a saber usted si es compleja, en una de esas...) satisfacción de llevar la contra.
Gente bastante... cómo decirlo...
Pendeja, desde mi punto de vista (¿me sigue? yo tengo un punto, y este punto tiene vista, tan simple como eso).
Y por el contrario, me gusta mucho la gente que piensa un poquito más parecido a mí en este aspecto (y en otros también ah, por ejemplo, me gusta la gente que también se imagina las reglas como algo redondo), quizás porque a veces pienso que están un poquito en extinción... Estas personas sí, como que están desapareciendo (o quizás azarosamente sus perros las han envenenado, no hay que malpensar).
Ahora, a lo que quería llegar, es que últimamente (aunque comienzomente también) me he dado cuenta de que me gustan mucho las excepciones a la regla.
Me gusta la gente virgo que no parece virgo (aunque amo a los virgos de verdad), me gusta la gente que se ve de una manera pero es de otra, me gustan las galletas de figuritas que vienen rotas en el envase.
Casi todo (o todo, nunca se sabe) tiene excepciones.
Y a mí me gustan muchas de esas excepciones (o quizás todas, vaya usted a saber).


.

martes, 8 de junio de 2010

Intercuestionando y realizando

La Bella Durmiente del Bosque y el Príncipe
Marco Denevi

La Bella durmiente cierra los ojos pero no duerme. Está esperando al príncipe. Y cuando lo oye acercarse, simula un sueño todavía más profundo. Nadie se lo ha dicho, pero ella lo sabe. Sabe que ningún príncipe pasa junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos.

.

lunes, 7 de junio de 2010

Incompréndeme

De una incomprensión a otra
de a poquito
vamos llegando a entendernos
así como quien no quiere la cosa

O pueden ser simples suposiciones
incomprensiones convertidas en
cosas
en imaginaciones
y en hechos

Y de una cadena de ellas
va saliendo
¿todo?

Ay, ¿quién sabe?

Incomprendámonos un ratito


.