viernes, 6 de marzo de 2009

Último de todo

No me importa cuántas personas hayan escrito alguna vez acerca de lo que pasar a cuarto medio significa.
A mí, en lo personal, me aterra.
¿Notas? ¿NEM? ¿PSU? 
Nah.
Debo reconocer que mi NEM es sólo aceptable, que para la PSU me siento menos que preparada y que ni siquiera sé qué estudiar, pero todo esto me importa bien poco.

Salir del colegio.
He ahí la pena.
Mi colegio desde pre-kinder, mi uniforme, mis salas, mi patio, las sillas, las mesas, los recreos, los Shows de Dobles, los actos cívicos, los profesores, las alianzas, todo.
Debo reconocer que padezco de un inexplicable y hermético apego hacia las cosas materiales, no por su valor en sí, sino que por su historia, por su valor en mi vida, y si digo que realmente se me hará defícil abandonar todas esas cosas, ponerme por última vez el uniforme de mi vida, es porque será mil veces peor.
Pero
Mis compañeros.
Ay sí, ellos.
Unos cuantos con los que he compartido desde pre-kinder, desde que tengo cuatro años, y a todo el resto he sido yo quien los vio llegar a cada uno.
¿Cómo es posible de un verano a otro deje de a las personas que llevo viendo 9 horas al día, cinco días a la semana, durante trece años?
¿Se supone que no sea un impacto?
¿Se supone que me sienta feliz de cerrar un capítulo y comenzar una nueva etapa en mi vida?
Imposible.
Y realmente, no me creo capaz.



Bueno, todo lo que pienso lo dejaré para decírselos a ellos y al mundo entero en el discurso de licenciatura que daré, quieran o no.


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