Queremos seguridad.
Y el tiempo que transcurre entre haber hecho algo al
respecto luego de haber descubierto lo que queremos y el saber si esto podrá
ser o no, son segundos, días, momentos que nos aprietan el corazón. Porque da
miedo, porque a nadie le gusta sentirse vulnerable, y eso es precisamente lo que
la espera logra con nosotros, lo que lucha contra el impulso de arriesgarse y
que puede llegar a triunfar logrando que hayan cosas que no se realicen, que no
realicemos.
Y da mucho miedo amar, porque es un riesgo enamorarse.
Porque no hay promesas que puedan ser infalibles, porque de lo único que
podemos valernos es de la confianza que depositemos en otra persona puesto que
nos nace hacerlo gracias al intercambio que se da; en el tiempo y en
profundidad.
Y eso ocurre con una persona.
¿Y si pudiésemos amar a más personas? A muchas personas. ¿Y
si pudiésemos amar a un millón de personas al enamorarnos de una misión?
De inmediato estamos multiplicando el riesgo por un millón,
el miedo por un millón. Y el amor por un millón.
¿Y si pudiésemos amar a infinitas personas?
Es un tremendo riesgo, sin embargo, ¿cómo perder con
infinito amor de por medio?
Y es de ese amor que quizás te tenga en la espera durante
toda la vida.
Pero hay confianza, hay firmeza, hay compromiso, hay pasión.
Y la vulnerabilidad nunca se había sentido tan bien.
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario