sábado, 14 de enero de 2012

Y también para encantar un poquito

Resulta curioso,
y en muchas ocasiones desfavorable,
que, aunque tengamos todo el lenguaje a nuestra disposición,
a veces
(o que sean tantas las veces)
que nos cuesta tanto llevar algo a las palabras.

La dificultad de ponerle nombre a un sentimiento
o de llamar de tal manera un afecto,
sin embargo,
puede resultar más lindo aun.
Más puro
y más de verdad.

Pero si no hay convencimiento de por medio
no sé adónde va a parar eso tan lindo
y tan de verdad.
Se me pierde.

Y no sé si quedarme persiguiendo eso que se arranca
o intentar conformarme con un montón de cosas que no puedo definir
que no sé qué significan
y que parece que están aquí para confundir.


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