jueves, 24 de abril de 2008

Lo que se puede ver e interpretar en la biblioteca de un colegio

Un par de miradas despectivas, un par de sacudidas de pelo para demostrar indiferencia, un par de palabras que buscan herir, pero por ahí se ven: un par de ojitos, un par de llamadas de atención, un par de señales de lo que debería ser una sonrisa que está siendo claramente contenida para reflejar el enojo y superioridad que desean demostrar.

Cada vez, las que eran señales de una sonrisa, se van acentuando más, esa sonrisa que lo único que quiere es iluminarse lucha por poder relucir.

Poco a poco puede verse cómo su cuerpo va rotando en dirección hacia él, lo que significa un grado más elevado de intimidad, aunque la inmadurez no les permita estar sentados en el mismo metro cuadrado y lo hagan en las esquinas opuestas de una biblioteca, aún así revela más intimidad.

Pero bastan un par de comentarios aún más inmaduros para que los indicios de lo que debería ser una sonrisa desaparezcan y toda la rotación lograda vaya en reversa hasta que ella quede prácticamente dándole la espalda.

Trata de enfocar su atención en otras cosas, trata de conversar con otra gente, pero de a poco se ve cómo va desapareciendo ese cierto enojo producido en ella, y la sonrisa vuelve a la batalla en contra de la voluntad de ella para salir. Su cuello se da vuelta continuamente para que sus ojos puedan observar la imagen de él, esa imagen que le encanta, que la hace rabiar, pero que jamás la hace abandonar la adoración.

Contra su cuerpo ya no puede seguir luchando y mediante movimientos lo más disimulados posibles, termina con la vista de sus ojos y de todo su cuerpo hacia él.

Esta vez la inmadurez se atenúa ligeramente, y ni uno de los dos dice esos ridículos y fastidiosos comentarios que antes eran dichos presas del pánico. No, esta vez sólo se hablan con los ojos, se dicen más cosas con la mirada, cosas que posiblemente no se atreverían a decir usando las palabras.

Esta vez sólo se miran, y esa sonrisa llega a su punto máximo, esa sonrisa de ella que es lo que más le gusta a él, esa sonrisa que hace que nada de esto parezca ridículo, esa sonrisa que hace que todo valga la pena, esa sonrisa que lo hipnotiza hasta tal punto que se vuelve uno con su mente, con sus pensamientos, con sus fantasías, que lo hace trasladarse a cualquier lugar, tanto así que deja de ser el jinete de su cuerpo, y así hasta que se da cuenta de que ese cuerpo suyo se había puesto de pie y había caminado hasta el centro del cuarto, estuvo a punto de ser vencido por el pánico y salir corriendo, hasta que se dio cuenta de que esa sonrisa motivadora, fuente de todos sus pensamientos y razón de todo esto, se encontraba frente a él, cerca de él, tan cerca como jamás lo había estado.

Jamás había besado una sonrisa tan hermosa.


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1 comentario:

Josefina Styles dijo...

y cuando ya por fin se decide a terminar con la distancia que los separa,
recuerda que ella es justo lo que él quiere, y él es justo lo que ella quiere.
y se prohibe un paso más.
inmaduramente, pretende no darle en el gusto jamás, aunque eso signifique frustrarse a sí mismo.
aunque se esté muriendo por dentro, aunque el deseo de sentir su olor lo haga retorcerse, aunque fuera capaz de dar un riñón por besarla...
no, no se puede.
él es demasiado orgulloso como para demostrar satisfacción. es demasiado orgulloso como para satisfacer a alguien.