jueves, 17 de julio de 2008

Sí, no, mejor que no, ya bueno ya

Me ocurrió algo impactante que ha cambiado mi vida para siempre.
No, en verdad no, es broma.
Pero sí me hizo reflexionar.

Figuraba yo en el mall, sección zapatos, obvio, sentada probándome mis hermosas y maravillosas botas amarillas obviando los simpaticones (sin sarcasmos) comentarios de mi mamá acerca de que iba a parecer pescador o bombero, cuando se acerca una loca con la que supongo era su mamá y agarra y levanta el par de mi bota, que estaba sobre una mesita que me tapaba los pies, o sea, que ellas no podían ver lo que yo me estaba probando, en fin, la cosa es que toma el par mi mi hermosa bota y le dice a su mamá en tono burlesco: "¿Y si me llevo esto?", y la mamá le dice: "No son tan feas, pero no son tu estilo", a lo que la hija le responde: "Obvio que no, son como estilo Bob Esponja", y se van.
Mi mamá me mira y se ríe.
En realidad no dijeron nada pesado ni de una manera despectiva, o quizá es que yo prefiero que a la gente no le guste lo que uso, así nadie más lo va a usar, pero la cosa es que me quedé pensando.
Sí, luego de comprar mis hermosas y maravillosas botas encontré espacio dentro de mi fascinación y alegría para pensar en otra cosa.
Qué fácil es pasar a llevar a las personas sin siquiera proponérselo.
Por ejemplo, si yo fuera una persona a la cual le importa la reacción que tengan los demás frente a su vestuario, el simple e inconsciente diálogo entre esa madre y esa hija podría haber hecho que yo no me comprara mis hermosas y maravillosas botas, y no habría sido tan feliz como lo fui al llegar a mi casa a ponérmelas. Sí, un gran daño a lo que es mi felicidad.
Y ahora vienen las siguientes preguntas:
¿Cuántas veces le habré hecho daño a alguna persona sin siquiera haber pensado en la posibilidad de hacerlo?
¿Qué tanto puedo llegar a influir en la vida de una persona sin proponérmelo?
O, ¿cuántas personas han influido en las decisiones que he tomado sin que yo me de cuenta?
O sea, estamos todos súper híper dúper requetecontra conectados.
Pero, supongo que lo que más importa es el poder de decisión que tenga cada uno, ya que al final, es cada uno el que lo hace, el que decide.



Ok, esto terminó siendo más una oda a mis botas que una reflexión acerca de la inconsciencia de las personas frente a la influencia de éstas mismas, entre éstas mismas... pero filo, es que las amo demasiado.


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2 comentarios:

Dani Bontá dijo...

.. Y el que compra unas botas amarillas que incandilan más que el sol jajajja.
Me gustan tus botas Sofi, pero si fuesen rojas me llamarían más, las cagó lo llamativas XD.
Nos vemos!





dani bontá

Josefina Styles dijo...

si, creo que lo mismo pensé cuando me compré mis pantalones rojos pitillos, hace mucho tiempo (antes del verano), y la gente me paraba en la calle para decirme cosas ultra pesadas "se le perdió el circo?" i weas así.
si me importara lo que la gente dice de mi, probablemente estaría en un manicomnio amarrada a una camilla. i si quisiera verme como el resto, seguiría usando mis pantalones rojos que ahora todo el mundo tiene.
yo apoyo tus botas amarillas porque me quería comprar unas con diseños excéntricos, pero no habian de mi talla xD
y esa es mi historia.