lunes, 31 de marzo de 2008

A y B

A: ¿Nos conocemos?
B: ¿Cómo? ¿No te acuerdas?
A: No me respondas con más preguntas, ¿me conoces?
B: Sí.
A: Y, ¿desde cuándo?
B: Me veo obligado por el corazón a decir que me gustaría que hubiese sido desde que tengo memoria.
A: Mmm... ¿Y qué tanto?
B: No puedo contener las ganas de poder decir que tan bien como a mí mismo.
A: Bueno, y yo a ti, ¿te conozco?
B: ¿Quieres que te responda con la verdad?
A: Siempre.
B: No, supongo que no me conoces.
A: ¿Y de dónde salieron esas respuestas entonces?
B: De mí, de mi boca, de mis labios, de mis cuerdas vocales, de mi corazón y si eso no se puede llamar lo que es "yo", de mi interior.
A: No te recuerdo.
B: Pero yo sí a ti, y muy bien.
A: Como sea, estoy demasiado ocupada como para escucharte.
B: Aunque sea eso lo que digas, yo siempre tendré tiempo para escucharlo.